United Colors of ICV

Ginebra sería, al parecer, una ciudad internacional. Una “ciudad global”, si utilizamos la expresión de Saskia Sassen, la célebre especialista en sociología urbana. Se trata de una leyenda secular que se ha usado a menudo y de la cual quizás hemos abusado un poco, pero que a pesar de ello continúa siendo incontestable. Las personas vienen cada día desde las cuatro esquinas del mundo para pasear a lo largo del lago Léman, se les reconoce fácilmente porque hablan en árabe, portugués o inglés y en ocasiones farsi, camboyano, wolof y hasta en swahili. Por ello no es por pura casualidad que las oficinas centrales de ICV reflejen ese “meltingpot” de culturas, orígenes, lenguas y experiencias. Este verano, esta mezcla era particularmente variada y colorida, y creemos que nuestro equipo merece que, por lo menos,  les comuniquemos una sucinta visión del mismo.

Vish Mannava, originario de Montreal, Canadá, pero de origen hindú, es un contable de 28 años de edad. Hace dos años, durante sus vacaciones, retomó el contacto con su familia de Ginebra y comenzó un periodo de prácticas en la Organización Internacional para las Migraciones (IOIM). ). También se inscribió en la base de datos de ICV, pero sin tiempo para ofrecerse como voluntario. Este año, de vuelta a Ginebra durante su periodo vacacional, se tomó el desquite por no haber podido participar anteriormente como voluntario, y ofreció sus servicios con motivo del Festival de la música de Ginebra y de la reunión anual del Foro humanitario mundial. “Estas dos experiencias fueron verdaderamente geniales, en particular el Foro humanitario Mundial (GHF): ), con todos los altos dignatarios y las celebridades. Debía ocuparme de la princesa de Dubai, ¿Se dan ustedes cuenta? Naturalmente, estaba principalmente en contacto con su ayudante personal y su guardaespaldas, supervisaba su horario, etc. Era la primera vez que llevaba a cabo estas tareas. Lo que me hizo desear trabajar para ICV”. Habiendo decidido quedarme en Ginebra hasta finales de agosto, Vish trabaja  ahora para el Congreso mundial sobre el cáncer, donde se dedica a reclutar voluntarios, organiza sus horarios, y también se ocupa del equipo de la Unión Internacional contra el cáncer. "En junio, era voluntario, y ahora soy el responsable de su coordinación” Interrogado a propósito del voluntariado, contestó que “muchas personas piensan que es más interesante actuar por una remuneración que ser un simple voluntario. Sin embargo durante el conocí a personas que solamente había visto por televisión o en fotografía en las revistas – Kofi Annan, Richard Branson, Javier Solana. Si hubiera actuado en un contexto remunerado, no hubiera estado nunca tan cerca de ellos. Conozco a personas que trabajan para las Naciones Unidas que nunca han podido ver al Sr. Annan. Yo sí. No se necesita que a uno le paguen para vivir experiencias tan extraordinarias¡”

Elmira Yermagambetova, 27 años, es doctora en medicina, o con mayor precisión oncológa, originaria del Kazakhstan. Hace tres años, comenzó un MBA en la universidad de Webster, acabará estos estudios en diciembre. Quería volver a Kazakhstan para abrir un hospital, sin embargo las circunstancias evolucionan y las prioridades cambian…. Elmira hoy tiene la intención de quedarse a vivir en Ginebra donde ayuda a ICV como coordinadora del proyecto para el Congreso mundial sobre el cáncer. Ha organizado ya un seminario médico de 20 personas en Zurich pero sin embargo desea mejorar sus dotes organizativas. “Aprendo mucho, Esta conferencia movilizará a más de 3.000 personas, y debo localizar 150 voluntarios”. Para ella, lo que mejor representa la mejor baza de ICV es el entorno multicultural en que se desarrolla el trabajo. “Ayer preparé un poco de caviar para el aperitivo en la oficina. He hablado de mi país  -tuve que situarlo en el mapa- antes de escuchar a los demás que me hablaban de Tanzania, de Argelia y del Pakistán. Enseñamos cosas a las personas, y a la vez aprendemos cosas de ellos, y cada uno debe encontrar la mejor manera de entrar en contacto con los demás, en función de sus origines culturales o religiosos”. Después de pasar 2 meses con ICV, Elmira concluyó con una simple sugerencia: las personas tímidas deberían ciertamente participar en el equipo de ICV. El ambiente es de tanta convivencia que se librarían de su complejo en unos diez días.

Jonathan Moy de Vitry, Suizo Americano, 21 años, tiene estudios empresariales y de marketing. Conoció ICV por Internet. Con motivo de la Reunión anual del Foro humanitario mundial, ha trabajado en el departamento de acogida del aeropuerto y como encargado de preparar las identificaciones para los participantes. Hoy, es el coordinador del proyecto en el Congreso de la Unión mundial de ciegos. “Trabajo allí para adquirir experiencia. Verdaderamente desearía aprender a estar más organizado, con vistas a ser más eficaz”. Al trabajar con 300 voluntarios, es seguro que conseguirá poner a prueba sus talentos organizativos.

Zainab K Ahmed, de Pakistán, 25 años y licenciada en periodismo y en lengua francesa, se ha ofrecido voluntaria como reportera para el Foro humanitario mundial. “Era mi primera experiencia con motivo de un foro internacional” nos precisó, aunque ya hace tiempo que ofrece su cooperación en el ámbito del voluntariado. De hecho, hace tres años, comenzó a dar clases para los niños de las comunidades y ha ayudado a la Cruz Roja en Ginebra. También es militante en el seno del FLP (Futuros Líderes de Pakistán), una organización que favorece la toma de consciencia de los jóvenes, y que fue creada para promover la formación de dirigentes en Pakistán para la difusión del conocimiento y del saber. Después de estos inicios, ha comenzado un periodo de prácticas como reportera y traductora. “Voy a estar con ICV hasta el mes de septiembre, pero continuaré ofreciendo mi ayuda para los proyectos de la organización, inch’Allah”.